Inauguramos el año en en blog, con una entrada un tanto atípica, y es que a pesar de que no suela ser nuestro estilo hablar de fútbol en general, y ni mucho menos copiar un artículo íntegro de ningún sitio, hoy vamos a hacer una excepción.
Se trata de una sublime historia, al menos en mi opinión, de un desconocido para el gran público en general de nuestro país y que gracias al siguiente artículo, creo que no va a dejar indiferente a nadie. Igual a alguno se le hace un poco largo, pero sinceramente merece muy mucho la pena. Sin más os dejamos con el mismo.
Según David Coles, prestigioso periodista de la BBC, "los mejores futbolistas de la historia han sido Bobby Moore, Maradona, George Best, Cruyff, Yashin, Rivelino, Beckenbauer, Bobby Charlton, Pelé y... Robin Friday". Nada nuevo bajo el sol, salvo por el último nombre de la lista de mejores jugadores de todos los tiempos, Robin Friday, un auténtico desconocido para el gran público. Marginal y autodestructivo, capaz de lo mejor y de lo peor, Robin Friday fue un futbolista del Reading que brilló de manera tan fugaz como sonada en Las Islas, durante la década de los setenta. Se hizo famoso por sus golazos en la cuarta división inglesa y sobre todo, por sus excesos con el whisky, el vodka, la cerveza y su afición a los clubes nocturnos y las drogas. Nunca llegó a jugar en Primera división, y murió hecho un auténtico despojo humano, víctima de una sobredosis de heroína, cuando acababa de cumplir los 38 años. La sórdida historia de Friday sirvió para inspirar a muchos grupos británicos, como Los Super Furry Animals, y también fue icono de referencia para los hermanos Gallagher y su grupo, Oasis. Además, el libro sobre las aventuras y desventuras del peculiar futbolista, 'The Greatest Footballist you never saw' [El mejor futbolista que viste jamás], es el fiel relato de la vida de un goleador incomprendido que, como en la canción del grupo Los Secretos, ‘no sabía explicar por qué se volvía vulgar al bajarse de cada escenario'. Es la sorprendente historia de Robin Friday, el rey del fútbol que nunca llegó a coronarse. La historia del hombre que pudo reinar.
Robin Friday nació en el verano de 1952, un 27 de junio, justo tres minutos antes que su hermano gemelo Tony y creció, como Diego Armando Maradona, en un barrio privado. Porque Hammersmith, su hábitat natural, era exactamente eso. Un barrio privado: privado de luz, privado de agua y privado de comodidades. Como Villa Fiorito, el arrabal que vio crecer al pequeño Maradona. En su época infantil comenzó a jugar en el Queen's Park Rangers y poco después los cadetes del Chelsea y también en el Walthamshow Avenue. Sin embargo, escogió jugar en el Hayes, un equipo más que modesto de Cuarta División, por dos poderosas razones: primero, su estadio estaba cerca de su casa, en Acton; y segundo, la sede del club estaba muy cerca de un pub donde servían cerveza algo más que barata. El Hayes, que atravesaba dificultades económicas y que estaba formado por trabajadores del barrio, solía disputar sus partidos los sábados. En la mayoría, salía a jugar con diez hombres. El motivo era Robin Friday. Cuenta la leyenda que solía llegar siempre tarde, y que tenían que ir a buscarle de taberna en taberna, hasta dar con su paradero. Normalmente, solía estar atiborrado de cervezas en algún pub, o dormido en algún banco del parque. Cuando le daban la voz de alerta y le decían que el partido del Hayes ya había comenzado, Friday se acercaba al lugar del partido, se ponía la camiseta y jugaba como si estuviera poseído por alguna extraña fuerza. Dicen que, incluso borracho, era capaz de marcar varios goles. Su estómago estaba hecho a prueba de bombas, así que el bueno de Robin solía ser decisivo en todos los partidos de su equipo, incluso estando en permanente estado de embriaguez. Friday agarraba la pelota, demostraba que tenía alas en los pies, eludía a todos los defensas y siempre encontraba una autopista hacia la portería contraria. Jugaba con una insultante facilidad. Y nadie era capaz de frenar sus esláloms con la pelota pegada al pie. Entre otras cosas, porque el único enemigo de Robin Friday era el propio Robin Friday.
En 1972, la vida le dio el primer aviso serio a Friday. Un hospital llamó a la sede del Hayes por aquellas fechas. Habían encontrado a Robin absolutamente borracho, ensartado en una púa metálica de una verja. La púa le había atravesado la espalda, había perforado el estómago y también había rozado uno de sus pulmones. Una ambulancia le trasladó de inmediato al hospital donde, después de seis intensas horas de operación en el quirófano, los médicos lograron que no se fuera para el otro barrio. Tres meses después de aquel incidente, Friday se recuperó y volvió a jugar al fútbol con regularidad. En uno de sus esporádicas actuaciones con el Hayes, captó la atención de Charlie Hurley, un manager que apostó por su calidad y le firmó su primer contrato, 750 libras. En 1974 fichó por el Reading, que militaba en Tercera. Fue allí donde, en marzo de ese año, marcó uno de los mejores goles de la historia del fútbol inglés, ante el Tranmere Rovers. Un tanto que tuvo tanta plasticidad y belleza que el árbitro del encuentro, Clive Thomas tardó en conceder el gol porque, después de ver con sus ojos aquel gol, se había quedado de piedra, con las manos en la cabeza y sin saber qué decir. Después de esa exhibición, su entrenador, Maurice Evans, quiso hablar seriamente con él acerca de su futuro.
- Oye Friday, si sigues con nosotros tres o cuatro años, jugarás en Inglaterra.
- Y usted...¿Cuántos años tiene usted? - contestó Friday-.
- Pues tengo muchos, muchos años - replicó el entrenador- ¿Por qué?
- Mire entrenador - remató Friday -, tengo la mitad de su edad y yo ya he vivido tanto que, con mi edad, ya he vivido dos veces su vida.
También fue en el seno del Reading donde, de la noche a la mañana, decidió desaparecer. Corría el año 1975, y Robin Friday había desparecido en combate, encontrándose en paradero desconocido, incluso hasta para sus familiares, que no sabían nada de él. La directiva del Reading tardó casi un mes en encontrarle. Vivía en Cornwall, en una comuna hippie. Allí había descubierto la filosofía ‘peace and love', la marihuana y los estupefacientes.
El último cartucho de la carrera del controvertido Friday llegó cuando el Cardiff City, de Gales, se prestó a dar un golpe de efecto y depositar 30.000 libras esterlinas por sus servicios. Allí firmó un par de goles propios de Best, dejó regates que hubiera firmado Mané Garrincha e incluso se permitió el lujo de anotar dos golazos al West Ham, equipo en el que entonces jugaba Bobby Moore, uno de los mejores defensas de todos los tiempos. Su aventura en Cardiff, para variar, fue tan efímera como las otras. Con la camiseta del City sólo disputó 25 encuentros, para después, por rutina, volver a descender a los infiernos. El Pelé de Hammersmith volvió a beber de manera compulsiva - quizá porque nunca lo dejó-, volvió a protagonizar sonadas espantadas y fue acusado de trapichear con drogas y trabar amistad con algunos camellos de los bajos fondos.
Su último escándalo público llegó al ser detenido por la policía después de colarse en un tren sin pagar el billete. Sorprendido por los agentes, Robin Friday se resistió a que le arrestaran, y acabó por obsequiar a uno de los bobbys que le querían detener con un beso en la boca. Acabó en prisión por desacato a la autoridad. Después de aquello, no hubo vuelta atrás para Friday. Su estrella se apagó, ningún equipo quiso rescatarle de su abandono y terminó vagabundeando por las calles, borracho y drogado. Algo que no fue óbice para que, en una votación popular, los seguidores del Cardiff City le votaran como Mejor Jugador de la Historia del Club, por delante de Robert Earnshow y de un viejo conocido de la afición española, el galés John Toshack.
Un 22 de diciembre de 1990, cuando todavía no había cumplido los 40 años, apareció muerto. La autopsia revelaría que Robin Friday, el héroe del suburbio de Hammersmith, había fallecido al ser víctima de una sobredosis de heroína, lo que le provocó un paro cardiaco. Era la crónica de una muerte anunciada. El triste final para un talento que se volvía vulgar al bajarse de cada escenario. Dejó viuda a su esposa, Maxine, y huérfana a su hija, que hoy es abogada de Derecho Penal, así como numerosas deudas de juego y tráfico de drogas. En febrero de 2008, la prensa inglesa publicaba el ránking más peculiar y curioso de toda la historia del fútbol de Las Islas. El título del ránking era el siguiente: "Los diez chicos más malos del fútbol inglés". En el top-ten, algunos clásicos como Stig Tofting, Lee Hughes, Eric Cantona, Paolo Di Canio, Tony Adams o el célebre Vinnie Jones. Sin embargo, el primer lugar, por abrumadora mayoría, era para un tipo que jamás llegó a jugar en Primera División, y que era conocido como "El Pelé de Hammersmith". Robin Friday fue, según la prensa inglesa, el mayor "Bad Boy" de la historia. En su currículum, lindezas de todo pelaje: Arrestos policiales, trifulcas en cafeterías, dos pubs arrasados la misma noche, coqueteos con las drogas, acabar ensartado en una verja sin motivo aparente, ingresar en una comunidad hippie o patear la cabeza del ex del Liverpool Mark Lawrenson - hoy periodista de la BBC- para después, no contento con eso, colarse en el vestuario y defecar dentro de la bolsa de deporte del agredido. Robin Friday, el chico más malo de Inglaterra, el rebelde sin causa que acabó convertido en un juguete roto, sigue siendo un icono entre los aficionados de Las Islas.
En España continúa siendo un futbolista anónimo, un absoluto desconocido para el gran público, pero los que le vieron jugar aseguran que, de no haber llevado esa vida, Robin Friday habría sido el mejor centrocampista del país. En su lugar, la botella acabó con su poder y la droga paró el latido de su corazón. Robin Friday fue el chico más malo de toda Inglaterra y uno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Un ángel en el campo y un diablo fuera de él. Un superdotado en el verde y un despojo fuera de él. Un dios del fútbol y un apóstol de las drogas. Jamás llegó a jugar en Primera División, pero Robin Friday fue el hombre que pudo reinar.
2 comentarios:
Buen articulo. Fue un tipo interesante este tal Robin Friday.
"Inauguramos el año en en blog, con una entrada un tanto atípica, y es que a pesar de que no suela ser nuestro estilo hablar de fútbol en general, y ni mucho menos copiar un artículo íntegro de ningún sitio, hoy vamos a hacer una excepción."
Dejad de hacer estas entradas y segid con estos buenos articulos de futbol, que se agradecen.
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