Hoy, se conmemoran 100 años del nacimiento del mejor goleador hasta la fecha del Real Oviedo. Y para conmemorar tal efeméride, el periódico La Nueva España nos premió ayer con un interesante artículo dónde se recuerda a la figura del goleador de Pasajes, que no fue otro que el gran Isidro Lángara. Sin más, os dejamos con el artículo, esperamos que os resulte interesante.
Pese al aterrizaje en la Liga española de Cristiano Ronaldo y Messi, algunas marcas de Isidro Lángara siguen vigentes. Por ejemplo, el delantero del Oviedo encadenó tres «hat trick» seguidos en la temporada 1934-35, frente al Atlético de Madrid (3-3), al Valencia en Mestalla (0-4) y al Espanyol (8-3). Isidro Lángara Galarraga (Pasajes, 15-5-1912, Andoain, 21 de agosto de 1992) aparece en la foto marcando uno de sus goles.
Oviedo, Mario D. BRAÑA
Mañana, 15 de mayo, se cumplen cien años del nacimiento de Isidro Lángara, un delantero que está en la leyenda del Real Oviedo y del fútbol español. Como en el chiste de Gila, a la madre de Isidro podrían haberle anunciado en el mismo paritorio: «Enhorabuena, señora. Ha tenido usted un goleador». Porque eso, nada más y nada menos, fue Isidro Lángara, un futbolista que vivía para el gol. Justo en un momento que todo el mundo alucina con las 50 dianas de Messi conviene recordar que Lángara conserva el mejor promedio de la historia de la Liga: 1,5 en la temporada 1933-34, mientras que el argentino del Barça se queda en 1,35.
«Tenía un disparo prodigioso con las dos piernas, y una puntería tremenda». El testimonio de Teodoro López-Cuesta, ex rector de la Universidad de Oviedo, coincide con el de cualquiera de los privilegiados que tuvieron la oportunidad de ver a Isidro Lángara en plenitud, en su primera época en el Oviedo (1931-1936) e incluso en su regreso al club que le catapultó, entre 1946 y 1948.
Aunque en algunas biografías aparece el 25 de mayo como fecha de nacimiento de Isidro Lángara, en la documentación que aportó para firmar su contrato con el Oviedo figura el 15, día de San Isidro. Empezó a jugar en el Siempre Adelante, un equipo de su pueblo, Pasajes Ancho (Guipúzcoa), y se ganó cierta fama de goleador en el Andoain y el Tolosa. Con 18 años compaginaba el fútbol con el trabajo en Fabril Subijano, una fábrica de tejidos de Andoain. La casualidad, o el destino, quiso que el hijo del dueño de la empresa, Antonio Subijano, realizara un viaje de trabajo a Oviedo en el verano de 1930.
Uno de los clientes de Fabril Subijano era Luis Botas, que también era directivo del Oviedo, por entonces en Segunda División. El roce profesional acabó llevando al futbolístico y el Oviedo acabó logrando el fichaje del chicarrón de Pasajes, tras una negociación extrañamente complicada para la época, como explica Juan Mesa en el fascículo de su libro «Real Oviedo: historia del club azul», correspondiente al período 1926-1939.
Al margen del importe del traspaso (3.000 pesetas al Tolosa y 4.000 al jugador), en los archivos del Oviedo quedaron partidas tan curiosas como las tasas a la Federación Guipuzcoana (250), taxis San Sebastián-Tolosa (600), cuota militar y ropa (mil pesetas abonadas al jugador), gastos de viaje (250 pesetas para Lángara), invitaciones y gastos varios (35) y conferencias telefónicas (25). Capítulo aparte merece la cantidad de intermediarios que participaron en la operación. La persona que figura como intermediario, José Murguía Ortiz de Zárate, se llevó una comisión de 850 pesetas, a las que se suma el epígrafe intermediarios y testigos (150) y otras 500 por «gestiones realizadas con personas allegadas al Tolosa que comprometieron al jugador únicamente con el Oviedo». En total, 10.660 pesetas (64 euros), a las que habría que añadir las 500 pesetas de sueldo mensual que cobró Lángara en su primera temporada.
A partir del 7 de diciembre de 1930, la fecha de su debut oficial con la camiseta del Oviedo, los únicos números que interesaron de Lángara fue el de los goles. Aquel chaval de 18 años dejó como tarjeta de presentación, en el campo de Teatinos, frente al Athletic Madrid un par de goles (4-1). Desde que se fundara el Campeonato de Liga, en la temporada 1928-29, el Oviedo se movía en un quiero y no puedo por el ascenso a Primera. Lángara, entre otros fichajes acertados, iba a suponer el salto de calidad para que Asturias se estrenase entre los grandes. De los 15 goles de su primera temporada pasó a los 22 de la segunda y los 23 que contribuyeron al ascenso en la 1932-33. El vasco era el eje de la primera delantera eléctrica (Casuco, Gallart, Lángara, Galé e Inciarte), que anotó 52 de los 58 goles del equipo.
La fama de Lángara se extendió de tal forma que antes de llegar a Primera ya había debutado con la selección española. Lo hizo a lo grande, en un día histórico para el fútbol ovetense. Fue el 24-4-1932, la fecha de la inauguración del campo de Buenavista. Lángara, como no podía ser de otra forma, puso la firma al primer gol del estadio, que contribuyó a la victoria frente a Yugoslavia (2-1). Fue el adelanto de otra trayectoria de ensueño, ya que en sus doce partidos con España consiguió 17 goles.
El último partido de Lángara con la «Roja» fue el 3 de mayo de 1936, poco antes de que se desencadenara la Guerra Civil, que abrió un paréntesis en la carrera futbolística del delantero. Como otros muchos jugadores a los que el conflicto pilló en la zona republicana, Lángara formó parte de la selección de Euskadi que realizó una gira por Sudamérica, donde se estableció en 1939. Tras dejar su sello goleador en Argentina y México, Isidro Lángara regresó a Oviedo en 1946, ya con 34 años. Pese a la edad y a la pérdida de facultades físicas, Lángara respondió a la expectación que provocó su regreso entre la afición azul: marcó 18 goles en su primera temporada y cerró su ciclo en el fútbol español con otros cinco en los nueve partidos que jugó en la Liga 1947-48. Aquel chaval que había llegado con 18 años quedaba para siempre en la historia del Oviedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario