La semana anterior al partido discurrió de manera un poco ajetreada debido a que no se sabía muy bien que día ni donde se iba a celebrar el partido ya que en el Sardinero se disputaba el domingo a las 21 horas el Racing-ATM. Por fin el miércoles se tomó la decisión de disputarlo el mismo día pero en la localidad de Muriedas, a pocos kilómetros de la capital cántabra.
A eso de las 11:30 de la mañana del domingo y con media hora de retraso (para no variar) partían dos buses de ultras oviedistas rumbo a Cantabria. Ya desde la salida un cierto olor a quemado invadía la parte trasera de uno de los autobuses pero el personal, confiando en que el viaje no era demasiado largo, no le dio mayor importancia. Craso error. A la altura de Colunga reventón de uno de los neumáticos y parada obligada. Menos mal que nos encontrábamos muy cerca de un área de servicio y conseguimos llegar hasta allí. La gente directa a la cafetería y algo más de una hora después llega un nuevo bus para reemplazar el averiado. Ni que decir que las existencias del bar se resintieron considerablemente para el resto del día. Con la idea de no realizar ninguna parada más partimos rumbo a Santander pero la cerveza pronto empezó a hacer estragos en el personal y poco después de Llanes nueva “parada pa mear”.
A eso de las 14:45 más o menos llegamos a nuestro destino y después de un agradable paseo por el pueblo nos hicimos fuertes en una bonita cervecería con una no menos bonita tabernera en su interior. Mientras tomábamos algo y pasábamos el tiempo dos secretas nos observaban continuamente tomándose su cafetito a la entrada del establecimiento (solo les faltaba anunciarlo por la megafonía del local).
De allí y a eso de las 16 horas partimos hacia el campo. A la entrada cacheo de rigor y para adentro. La grada ya estaba llena así que nos tocó colocarnos en la pista de atletismo. Comentar que en el bar del campo solo se vendía agua y patatas fritas lo cual conllevó una buena decepción para más de uno. El partido bien. El gol de Manu Busto al borde de descanso fue suficiente para llevarnos los 3 puntos, eso si con sufrimiento como es habitual. Comentar que sobre la mitad del segundo tiempo a algunos “valientes” les dio por lanzar piedras desde el exterior del campo hacia nuestra posición alguna de las cuales estuvo a punto de causar una desgracia ya que pasó rozando el carrito de un bebé que allí se encontraba. Eso si, los responsables de tan heroica hazaña desaparecieron a la carrera para no volver a verlos más. Lamentable.
A la salida se decidió caminar hasta la salida del pueblo por si los “valientes” volvían a hacer de las suyas pero no se supo más de ellos.
A la vuelta parada de rigor en Unquera donde nos habían preparado una degustación “gratuita” de productos típicos de la zona y de ahí para Oviedo con llegada a eso de las 22:30. Y la verdad es que se agradece de vez en cuando un viajecito cercano con llegada a casa a horas “normales” y con el deber cumplido.
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