El hecho de haber nacido en los años 80 y no el haber crecido en esos dias, significó que me involucré en la escena del hooliganismo en el final de sus días de gloria. Muchos dirían que todo había
terminado mucho antes de que yo llegara, pero la escena era todavía
vibrante con chicos de todas las edades, una mezcla decente de estilo a la hora de vestir y violencia, en comparación con la generación anterior a la mía.
Ya ha habido una cantidad exhaustiva de ensayos y
estudios escritos sobre por qué los muchachos jóvenes se reúnen para pelear en el fútbol, así que me voy a ahorrar las mierdas
psicoanalíticas y os cuento la regla número uno: no importa lo recto que caminamos o cómo vestimos, los hombres
somos animales, tribales, y ya sea por el orgullo, el deporte o la
supervivencia, vamos a luchar entre nosotros. La regla número dos es que
dentro de esos bajos instintos,el cuerpo genera en esas situaciones una dosis de adrenalina tan grande a través de su sangre
que se crea un pico más intenso que cualquier droga que he
experimentado. Es esa sensación que hace que sea tan adictivo.
Después de unos años de viajes recorriendo el pais y peleas a modo de diversion veo como ha cambiado la escena y la verdad es que no me gusta el cambio.
Películas como Football Factory y Green Street Hooligans nos enseña una nueva generación de 'casuals' en las que no reconozco a ninguno de mis compañeros. Por lo que yo sabía, si quieres crecer en el grupo desde que entras de joven tenías que mostrar
un poco de respeto a los jefes mayores, reconocer que hay una manera de
hacer las cosas, y sobre todo, demuestrar que por lo menos no te echas atras a la hora de la pelea.
Las nuevas generaciones eran exclusivamente una copia de un estilo de vida que habían visto en la pantalla: usar la ropa
adecuada, usando las palabras correctas, escuchar la música adecuada,
jugando con los aspectos violentos, pero no quería ensuciarse las manos.
Estos chicos no eran de la misma población como las últimas tres
décadas de casuals en Gran Bretaña, la fábrica de fútbol había
conseguido un nuevo proveedor y estaba noqueando copias sintéticas
baratas.
Si no me crees, haz una búsqueda de Twitter para
'casuals' o 'Awaydays' en la mañana de un día de partido. Serás
recibido con cientos de zapatillas adidas,y su ropa de Stone Island, o posando de malotes con su grupito. Ellos no han crecido con una cultura de grada, solo se limitan a crear un estilo de vida que han aprendido a partir de libros y películas.
La realidad es que los grupos y la violencia en el fútbol no es una
escena de pelicula. ¿Crees que los chicos en los años 80 tubieron tiempo de
tomar fotos de sus zapatillas, mientras que algunos rivales intentaban
apuñalarles el culo?
Antes de que se me acuse de ser un gruñón viejo que
anhela el pasado y no para de quejarse de la juventud de hoy, la HMCS y la
Football Association Banning Orden han decidido que no soy lo
suficientemente responsable como para ir a los alrededores de cualquier campo
de fútbol en el país, probablemente por temor a que podría estallar en
cólera si veo una bufanda azul y blanca y golpear un
montón de jubilados. Pero lo que yo experimenté fue que mi generación
fueron los últimos en mantener, o al menos intentarlo (ante cada vez mayor presencia de la policía, los valores fundamentales
de la cultura casual.
Para mí, la idea de que el juego había terminado
llegó una mañana en el derby local. Nuestros rivales habían llegado
temprano. Las llamadas telefónicas habituales siguieron. Voces
apagadas, una multitud de cabezas reunidas alrededor del jefe,
como una familia . Estaban de camino.
Las bebidas se vacieron. Mire a ambos lados, nadie de la vieja guardia. Me preparo, chaqueta arriba y gorra puesta,listo para protegerme de las botellas que yo sabía
que estaban a punto de llover en cualquier momento ...
Y nada.
Se levantaron y
echaron a correr. Literalmente pasaron corriendo junto a nosotros, agacharon las cabezas hacia abajo . Adolescentes.
Los niños con miradas asustadas en sus caras. Lo siento amigo, esos jovenes no quieren jugar más. Esto no es lo que se ve en las peliculas, esto es real; nos queremos ir a casa.
Gracias a Jack Collins
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