jueves, 11 de septiembre de 2014

Craven Cottage, o el gusto por lo tradicional

En estos días de macro estadios, de patrocinadores millonarios e incluso de cambiar los colores de un club para tener contento al inversor de turno; siempre es un gustazo descubrir aquello que perdura por los años. Aquello que tiene solera y nos ofrece un lado romántico que no se puede igualar con el dinero. Nos gusta el fútbol tradicional, con sus míticos estadios y sus fieles aficiones.
El fútbol está lleno de símbolos. Un símbolo es un gol o la mejor jugada posible. Símbolos son, también, las aficiones y los presidentes. Los jugadores que marcan una época, son considerados como símbolos del fútbol. Pero la perfecta definición de símbolo la cubrirían los estadios. Los templos del fútbol, las casas de cada equipo. Un campo de fútbol es la máxima expresión de propiedad para un club. Ir a tu estadio es ir a algo tuyo, el lugar donde se reúnen los mismos ideales para luchar por la victoria. Las aficiones consideran sus campos de fútbol como un lugar de culto. Los templos futbolísticos son símbolos.


Si hablamos de buen fútbol, siempre pensaremos Brasil. Si hablamos de una táctica perfecta, nos acordaremos de Italia. Si hablamos de la historia del fútbol, siempre hablaremos de Inglaterra. Y si hablamos de campos de fútbol, siempre mencionaremos Craven Cottage. El estadio más antiguo de todo el mundo está situado en Londres, más concretamente en el barrio Hammersmith and Fulham, en Stevenage Road. A las orillas del Támesis, la fachada de ladrillo y madera de 1896 sigue intacta. Y cuando se dice a las orillas del Támesis, es completamente literal. Su construcción arquitectónica hace dudar de que en su interior haya un terreno de juego. Su fusión con un barrio humilde y antiguo es total.

La tradición en Londres, y en Inglaterra, es que los aficionados al fútbol apoyen al equipo de su barrio y que se mantengan fieles sin importar la categoría ( en este aspecto no tenemos nada que envidiar). El Fulham puede presumir de tener una de las aficiones más fieles. El cambio se produce al pasar al barrio de Chelsea. Lo moderno y noble contrasta con lo antiguo y romántico. El olor es rústico, las imágenes desprenden sabores. Lejos de querer innovar, Craven Cottage siempre ha sido fiel a su estilo. Stamford Brigde desentona en un barrio tan humilde. El graderío Johnny Haynes, tributo a otro de los símbolos del Fulham, es el más antiguo del mundo. Tan antiguo que está prohibidio fumar en él, al contrario que en el resto del estadio. Nada de anfiteatros ni de alturas. Grada a nivel de césped y techo acogedor que agrupa a todos los seguidores.


El aforo no es amplio, pero es puro. Veinticinco mil setecientos espectadores son los que disfrutan de los partidos de su equipo. La insignia en el graderío principal provoca escalofríos de nostalgia. Escalofríos por estar presenciando parte de la historia. Roy Hodgson ha sabido levantar a este equipo desde su llegada y le ha consolidado en la Premier, categoría que estuvieron a punto de perder hace dos temporadas. Con la temporada salvada, ahora luchan por brillar en la Europa League. La Juve sucumbió ante el símbolo de los Cottagers. Un templo del fútbol, el símbolo del Fulham, fue testigo de la remontada. El gol de Dempsey, una obra maestra para recordar.


El Fulham forma parte de la historia del fútbol. Ciento treinta y un años dan para muchas cosas. Sin títulos a destacar en su palmarés, los aficionados siguen a su equipo. Como pocas veces pasa en el fútbol, el sentimiento une a un barrio entero por un objetivo común. El fútbol y el Fulham se han convertido en enlaces para llegar a Craven Cottage. Habiendo llegado a Craven Cottage, nos damos cuenta de haber alcanzado la cima. No hay más símbolo en el fútbol que un estadio. Y no hay más orgullo y pasión que un equipo. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante artículo, seguir así que cada día me gusta más leer el blog. Enhorabuena