lunes, 4 de noviembre de 2013

NORTHERN SOUL

Es una maravilla. Y también es el único estilo de música que adoptó su nombre y apellido del lugar donde se escuchaba y no de la zona donde nació. En realidad el “Northern Soul” además de ser un regalo para los oídos y un acicate para los pies, es una inmensa y ecléctica mezcla de grabaciones del soul más marginal que emergió en pequeños sellos de Chicago o Detroit desde mediados de los 60’s. El “Northern Soul” nunca consiguió un reconocimiento masivo, ni falta que hace, pero jamás desapareció gracias al empeño de un puñado de mods empeñados en mantener sus costumbres hasta el final. Ésta es la historia de uno de los secretos mejor guardados de un movimiento elitista como pocos, si te gusta disfrútalo y sino peor para ti.
En realidad el mérito de todo esto es del funk y sus ritmos aburridos y machacones, cuando el soul que alimentaba los corazones de los mods y de gran parte de jóvenes de mediados de los 60´s evolucionó hacia el funk y sus derivados, el ejército mod del norte de Inglaterra se replegó a sus bases de Manchester y alrededores. Desde allí, al revés que sus colegas de Londres,  resistieron los embates de la sicodelia, del proto funk y de las melenas poco aseadas. Los parches que lucían en sus parkas daban cuenta de sus intenciones, nunca iban a rendirse: “Northern Soul. Keep the faith”
Pero como en todos los asedios “los mods del norte” tenían un problema de suministros. El soul profundo made in América desaparecía y la Motown apostaba por productos más comerciales (faltaba poco para los Jackson five), sólo pequeñas discográficas como Okeh, apostaron por un soul más rápido y sincopado, joyas tamaño single que se convirtieron en éxitos rompepistas. Así que los narcisistas mods se dedicaron a lo único que les importaba después de competir por el mejor traje o scooter: el rastreo y captura del single más desconocido. La meca de todo entendido que abominara de la música más comercial estaba en la tienda Soul City de barrio londinense de Covent Garden: su dueño: el periodista Dave Godin.
 Él fue quien comenzó a utilizar el término en 1968, para ayudar a los empleados de Soul City a diferenciar entre los sonidos más funks y modernos de los menos recientes e influenciados por la Motown: “Comencé a notar que los hinchas de fútbol del norte de Inglaterra cuando venían a Londres a ver a sus equipos venían a la tienda a comprar discos, pero no estaban interesados en las novedades de las listas americanas de música negra. Comencé a usar el término para acortar la forma de referirme a ese tipo de música a la hora de vender, era como decir 'si tienes clientes del norte, no pierdas tu tiempo enseñándoles discos que están ahora mismo en las listas de éxitos, simplemente ponles lo que les gusta... 'Northern Soul'”. Ya tenían los discos, pero también tenían los templos donde profesarles adoración: el Wigan Casino, The Blackpool Mecca, The golden Torch…allí se juntaban durante noches interminables ( allnighters ) miles de mods originales, mods que ya dejaban el pelo un poco más corto para diferenciarse de los hippis ( y terminaron llamándose skinheads) , y los cada vez más numerosos “soul boys”…los años fueron acampanando sus pantalones vaqueros y uniformizando el estilo que se completaba con zapatos de jugar a los bolos y bolsas de cuero de adidas ( las clásicas de Montreal del 76) forradas de parches de los clubes de baile. En esas bolsas, refrescos, anfetaminas y toallas para aguantar horas a pie de pista. Fueron los años dorados, cuando el Wigan Casino fue votado como la mejor discoteca del mundo.
Mientras el mundo continuaba girando, los templos del Northern Soul giraban en dirección contraria a las agujas del reloj consumiendo hasta su último recurso: los clubes competían por pinchar el último single llegado de Chicago pero los discos se agotaban porque los grupos que los cantaron se habían disuelto ya. Cada vez menos discos, menos canciones y  más redadas contra el consumo de anfetaminas fueron debilitando la escena de baile. Las míticas salas fueron cerrando una tras otra hasta que llegó el último día de la última discoteca. En el Wigan Casino sonó la última canción: un single legendario. La elegida fue el “Do I love you” de Frank Wilson y la bailaron como nunca, cuando terminó muchos lloraron, se apagaron las luces y otro paraíso desapareció para siempre.
Justo cuando se apagaban los últimos ecos del “Northern Soul” llegó el revival Mod de los 80’s al rescate. Nunca fue lo mismo, pero los nuevos mods preservaron con orgullo su legado cultural hasta el día de hoy, y con él todas aquellas maravillosas grabaciones.
Ahora basta teclear las dos palabras mágicas en youtube para acceder al tesoro escondido de los mods. Todavía se celebran “allnighters” en todo el mundo, especialmente en España, y aquella canción de Frank Wilson (productor de la Motown) se ha convertido en el single más caro de la historia de la música. La última vez que cambió de manos se pagó por él unas 12000 libras esterlinas. Nunca llego a editarse, sólo se conocen dos copias originales y unas cuantas re-ediciones. Todo ello, por cierto, muy exclusivo y mod.
 

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